Es viernes, todes tienen plan menos vos. Sos tu propio plan, a ver cuánto te cuesta la independencia. 20:15, tenés tiempo para decidir si cocinás o pedís, mirás Instagram, volvés al reloj, 20:33. Si quiero cocinar es ahora, aunque podría ver un capítulo más de Vikingos. Como extraño a Ragnar.
Voy a destapar el vino, una copita, gluc gluc gluc gluc. Hermoso, qué bien suena el viernes. ¿Cuándo empecé a escuchar jazz? ¿Empecé a escuchar jazz? Evidentemente lo que más sé del jazz es que me gusta mucho con malbec o con pinot y un quesito, no importa cuál, el que haya en la heladera. He derretido el queso rallado para untar un pan.
Creo que la primera vez que escuché jazz fue para coger. Claro que sí, como muchas primeras veces que hice algo. Estaba empezando Tinder y Spotify (increíble que tengan 8 años) y una chica me dijo que en su casa estaba sonando Herbie Hancock. "Mano pito" pensé (otro país), pero lo cierto era que fuera llovía, el ritmo de la charla fluía y la trompeta acompañaba al piano como a mí el cafecito que tenía entre manos. Mi primer jazz, me gustó. Después, esa misma chica me recomendó a Federico Lechner, quien acaba de presentar Gardelería. Así entré a algo nuevo y tuve una sensación especial, un goce (por supuesto que no el que yo quería), pero un goce más individual, el placer por asalto que produce el arte.
Bueno, no siempre, también puede ser triste o generar enojo o diversión. Como soy un amateur del arte, del mundo y de la vida en general,no quiero polemizar teorías, sólo transmitir cómo me pasó a mí: conocí o aprendí algo nuevo y me gustó. Y creo que eso puede ser el arte. La satisfacción que te da otra forma de percibir algo en un instante mágico. Como un cachetazo, como un rayo, un escalofrío, golpearte el codo y quedar atontado, pero flasheando con lo nuevo.
Circo Beat fue mi segundo cassette. Mi papá tenía un transporte escolar, es decir, todas las mañanas y tardes buscaba a los chicos y los llevaba al colegio. Yo iba con él, 5:45 arriba, todos los días, empezábamos en Parque Saavedra. A las 6:12 ya habían sonado a todo volumen Circo Beat, Mariposa Tecknicolor y Normal 1. Las tres canciones que me gustaban del disco porque eran las alegres, después venía una triste Las tardes del sol, las noches del agua y la cadencia lenta, tristona, ya como que me daba miedo, no despertaba mi curiosidad. Así que apretaba "eject" y -cuidado generación de cristal- agarraba una birome (un boli) y comenzaba a girar el cassette para rebobinar y escucharlo de nuevo.
No entendía a Fito Páez, no sabía que Mariposa Tecknicolor iba a volarme hoy hasta la combi, las mañanas y mi viejo, pero ahí estaba yo entonces. Letra y música, Rodolfo hablando de sus tía, su ciudad y yo contento cantando sin entender.
"Vi sus caras de resignación
los vi felices, llenos de dolor"
Piel de gallina, melanco, me fascina, me da vuelta a mil imágenes y a la vez me sostiene en un punto, es como estar en el juego de las sillas voladoras. Ves todo, estás cerca y al mismo tiempo no podés tocar nada, en medio del vértigo y la velocidad. Si eso no es arte, no sé.
Ojo, entiendo que quizás estés pensando “pero no me gusta Fito Páez”, perfecto, estás en todo tu derecho. De hecho, empecé a escuchar el resto del disco porque mi viejo se hinchó los huevos: “Si querés seguir escuchando el cassette lo dejás entero, basta de rebobinar.”
Igual no quiero hablarte de Fito, sino del roce con el arte, de cualquier tipo. De la belleza y el encanto de algo que no terminás de entender porque tiene muchos, muchos sentidos y puede que los siga generando a medida que pasa el tiempo.
Un tipo saca fotos para vivir. Es el año 1931, el tipo vive en Europa saca buenas fotos y lo contratan en un diario. Sus fotos gustan tanto, señalan tanto, las carga de sentido que no necesitan texto. Son su propio texto. Alguien cree que tiene que haber una exposición de sus fotos, que son arte. Progresivamente se hace más popular pero trabaja menos, progresivamente es menos periodismo y más arte. Y, sin embargo, son solo fotos. “Henri Cartier-Bresson, Artist Who Used Lens, Dies at 95” Qué pelotudos somos, el tipo sacaba fotos. ¿Por qué hay que cambiarlo? A dónde lo subís si hablás de artista.
Esta semana me gustó mucho este meme. Sí, ya hay exposiciones de memes, por supuesto. De hecho, la primera sobre la que encontré registro fue entre el 18 y el 22 de agosto de 2016 en Londres. Me gustó saber que fue producto de una vaquita que hicieron cientos de personas. Y, como sabemos, también hoy hay nfts, que básicamente es difícil de entender porque adapta lo que pasaba con las empresas y la bolsa de valores a las obras de arte y a muchas cosas más utilizando tecnología blockchain. Lejos estoy de poder explicar más, me sorprende tanto ver que mi tía ahorra en aceite como que mis amigos minen bitcoins. Todo es tan rápido que un poco que no lo entiendo y otro que tampoco me interesa entenderlo, pero esta noticia me gustó.
La semana pasada leí a Diego Geddes, que dice que la newsletter se escribe siempre, como tu sombra o algo así: te olvidaste de ella pero está atrás tuyo y también sos vos.
“Lo que sucede es que ya estaba antes en la escritura, en los ratos muertos, mirando el fuego, en la espera de lavarse los dientes o mientras leo el cuento, mientras estoy con mi amigo: el diario se escribe siempre.”
La newsletter de Diego me gusta porque hace que todo sea más fácil: a la hora de escribir pone lo que le pasa, me hace acordar a mi vieja, “hice bifes con puré”. No te dice el corte, no te explica que les puso sal, son bifes con puré. A los bifes.
Yo no sé bien si es arte, pero un día quién te dice lo vemos a Diego en una vidriera. Tampoco creo en el arte como un salón enorme en el que entrás y se te vuela la peluca del viento dorado del cielo que entra, creo que me gusta que me pasen cosas que me saquen de lo de siempre, que me descoloquen.
¿Y qué te pasa con la poesía? Es como tomar whisky sin coca, lo primero que pienso por hablar de su hermana música (no me animo a decir si mayor o menor). Lo desafiante de la poesía es que, como el whisky, en un pequeño sorbo te das cuenta si te gusta o no.
Y hay de todos los gustos, leer poesía es como que te guste el fútbol, se juega de mil maneras distintas, pero el gol es el gol.
Quiero contarte del Ojo Mágico, un libro de los noventas que se trataba de encontrar imágenes en 3D, según el equipo de investigación de Mil Intentos, basado en utilizar algunas características especiales del ojo humano para “esconder” imágenes tridimensionales en un plano. Mi truco era cerrar la ventana para que un viento no me deje visco para siempre y meterle cruz a los ojos hasta ver algo. Probá.
La semana pasada me gasté 30 euros en un cargador inalámbrico para poder atender más rápido el teléfono cuando lo estoy cargando. Nos vamos a extinguir. Por la misma plata, podría animarme a abrir un libro raro, a ir a una exposición, a ver una peli iraní, a escuchar música nueva. Fito Paez es bárbaro, pero también escuchá a les pibes que arrancan ahora, andá a ver qué pasa, dónde te pica, algo que te ponga un poco incómodo o incómoda. Probá. Hasta acá por hoy.
Gracias por llegar al final, vale compartir 😊.
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PD: Esto sí es arte.
Si me habré comprado zapas para coger!! Obviamente, no cogí.
Una perla Látigo!